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Foto del escritorJorge David Chapas

“Incredulidad y revolución”


¿Es posible volvernos a la fe cristiana y de ahí una gran devolución?



A propósito de la campaña mediática sobre la Revolución de 1944 que emprendió el Arevalismo 2.0 en las calles y avenidas de la Ciudad, me provoca un breve análisis con referencia a la obra que leo en estos días: “Incredulidad y revolución” de Guillermo Groen Van Prinsterer; historiador, político y estadista protestante holandés (1810-1876).


Publicada en 1847, la tesis central de la obra es que “la revolución de 1789 en Francia fue preparada por una revolución en el pensamiento europeo que se produjo durante un siglo anterior, una revolución que el autor identifica como fruto de la incredulidad. Fue una revolución, primero, contra Dios y sus ordenanzas para la vida humana, lo cual puso como autoridad más alta al hombre y su razón”.


En mi opinión, este fenómeno es comparable con lo sucedido en Guatemala, primero, en 1871, a tenor de la reforma liberal. Durante las siete décadas posteriores esa revolución preparó el terreno para una segunda fase: el establecimiento de una nueva religión, profundamente atea y marxista.



Las revoluciones posteriores a 1944 (1954, 1982, 1985, 1993, 2015) han seguido el mismo rumbo. La religiosidad del guatemalteco promedio, aún cuando este se dice “cristiano”, es cada vez más secular, atea o sincrética. ¿Resultado? Una cosmovisión humanista que propicia el estatismo, sostenido en el socialismo y mercantilismo crónicos.


¿Es posible volvernos a la genuina fe cristiana, al Evangelio, sus enseñanzas y principios en materia jurídica, política, económica y social? ¿Y desde ahí emprender una gran devolución de funciones, poderes y recursos usurpados a los ciudadanos por el humanismo secular y marxista? Es imperativo reconocer el espíritu profundamente religioso del estatismo a fin de emprender su reversión.



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