¡Feliz Navidad…
Y, Dios mediante, sistema nuevo!
Esta es mi última columna del 2024 y en ella quiero, primero, renovar mi agradecimiento a este valiente medio de comunicación, Nuestro Diario, por darme la oportunidad de hacer llegar mis disruptivas ideas y propuestas a tantísimos guatemaltecos.
Agradezco también a mis asiduos y valientes lectores. A aquellos que eventualmente me escriben para profundizar más en los temas de mis columnas, me ofrecen valiosa información local o sencillamente me felicitan y animan a seguir adelante. A todos ellos reitero mi compromiso por plasmar siempre la verdad o la realidad objetiva en los asuntos que son de interés para el buen orden social: política y gobierno, economía, medio ambiente, educación, teología política e historia. ¡De hecho mi compromiso es primero con Dios y con la Verdad!
¡Feliz Navidad queridos lectores y amigos! Que la Santísima Trinidad, concentrada algún día en el Niño Jesús, fortalezca nuestros corazones y mentes, y nos haga más sabios. Sobre todo a aquellos corazones y mentes estatistas porque de ellos –debo decirlo– no es el Reino de los cielos. Y que la Vírgen Santísima y San José, santos por cuanto abrazaron por medio de la fe los designios de Dios, sean siempre ejemplo de prudencia, fortaleza, justicia y templanza.
Lamentablemente y en virtud de la realidad política de Guatemala y América Latina, no puedo desear un “próspero año nuevo”, pues para que el 2025 sea realmente próspero lo que debe cambiar es el sistema, no el año. Por tal razón ruego a Dios para que nos de la fuerza, sabiduría y perseverancia a los valientes ciudadanos de Guatemala y toda América Latina que trabajamos tenazmente por transitar nuestros países al capitalismo liberal y democrático, pues sólo bajo tal sistema podremos decir con toda congruencia: ¡Próspero Año Nuevo!
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