¡Es la economía, estúpido!

Esta fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill

Clinton en 1992 contra George H. W. Bush (padre), que lo llevó a convertirse en presidente de los

Estados Unidos (Es la economía, estúpido - Wikipedia), Hacía referencia al segundo mensaje, de tres, en que debía centrarse la campaña electoral. Mientras Bush centraba su campaña en la política exterior, Clinton la centró en los problemas de la vida cotidiana de la ciudadanía.

Muchas veces, desviamos la atención de lo que realmente importa. Y el sistema en que vivimos es

experto en distraernos, nos repiten frases como “La educación es el único camino”, “Un pueblo

educado prospera”, “Educación fuente de desarrollo”, etc. Pero si evaluamos la Pirámide de

Maslow, diagrama que trata de explicar la jerarquía de las necesidades humanas, la educación está

en el cuarto nivel, en cambio en la base de la pirámide está la economía. Si nuestra economía está

mal, y estamos luchando por suplir nuestras necesidades del primer nivel, de nada sirve que

obliguemos a nuestra población a buscar educación.

Ese es el problema de poner la educación y la economía en manos del gobierno. Porque el gobierno utilizará la fuerza para promoverlas y les dará el mismo nivel de importancia. Cuando el individuo sin necesidad de ser obligado, en su afán de llenar sus necesidades las irá alcanzando en la medida que van satisfaciendo los niveles previos.

Tanto la economía como la educación están mejor administrados en las manos de los beneficiarios

y no de entes externos que no conocen sus necesidades. Por eso abogamos por un sistema de

gobierno limitado a las funciones que requieren el uso de la fuerza, como lo son la seguridad,

justicia y algunas obras de infraestructura.

La próxima vez que te digan que la única forma de progresar es a través de la educación, puedes

contestar con propiedad: “Es la economía, estúpido”.

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